Entre las cruces góticas del
cementerio de una iglesia de barroca
construcción se observan dos figuras copulando, mientras con sus gemidos
inundan el silencio de la medianoche. Ambos besándose, acariciándose
mutuamente, penetrándola él con suavidad. La luna se vuelve su confidente. Otra
caricia más en el cuello antes de sumir entre la mata de cabello su boca. La
luna sale por encima de una nube oscura, pareciera que espía tal acción, quizá
con melancolía, quizá con reproche, pero la vista de encima no quita. Otro
gemido se escucha, la causa es una mordida causada por el efebo. No pareciera
profunda, más un rayo de luz enjuga de sangre color el cuello. El líquido sale
por la vena, mientras el acto sexual continúa. Un gemido más, es ahora el turno
de ella quien muerde el pecho del hombre. En ningún momento pierden la pauta de
sus movimientos eróticos. Pareciera como si el olor los incitara a por más. Una
nueva herida produce el varón en ella, ahora en el pecho. No pierde tiempo para
morder el hombro. Todas y cada una de las heridas, de profunda naturaleza. Aumenta
la intensidad con que el aire se inunda de sus quejidos. Cuando el acto
culmine, ambos estarán cansados, pero no muertos. Con los estertores finales se
ocuparan de utilizar otro espacio como recinto para sus actividades nocturnas,
solo para después volver a su putrefacta naturaleza entre los camposantos de
Europa.
Alma Insensata
miércoles, 1 de mayo de 2013
sábado, 27 de abril de 2013
"Necrómbulo"
Escuchad en el portón de esta vieja casa. ¿Será acaso...? Una mano... sí, es eso lo que resuella con ímpetu en el recibidor.
¿Lo habeís percibido ya? ¿no? espera un poco y aguza el sentido. Oh, ahí están los lamentos que desgajan la garganta de quien busca estar a lado vuestro.
Esta... ¿está olfateando el aire otoñal que nos acompaña esta alba? Alístate mi niña, viene por nosotros. Viene por ti.
¿Te imaginas la profundidad de sus lamentaciones ahora? Carcome la fortaleza del espíritu, lo lleva a abismos ignotos.
¡Para! deja de escrutar con tu nariz lo viciado que pueda estar el aire. Te prohíbo que sepas -por el momento- sobre su naturaleza.
¿Preparada? Ya viene. Ya ha ingresado y está desesperado por hallarnos aun aquí. Puedo escuchar como los sirvientes tratan nulamente de hacerle retroceder. Aclama por saborear ese cuello tuyo con el calor que despide. Permite que abra la puerta y se reúnan.
¿no era acaso esto lo que buscaban? Están juntos al fin. Vamos, acércate a ese putrefacto cadáver al que le prometiste fidelidad.
Me pregunto... si Dios tenía contemplado para sus criaturas seres tan abominables que devoran cuanto aman.
"Hasta que la muerte los separe" loables palabras. Oh... veo que tu vestido se mancha por la sangre que emana la herida que te propició tu pertinente pareja. No gimas de dolor, dentro de un momento te ahogaras con vital líquido y ahora, si me permites, déjame ir al encuentro de tu madre. Hace un lustro que no veo su sonrisa o dejo que su boca transite por mi pecho.
¿Lo habeís percibido ya? ¿no? espera un poco y aguza el sentido. Oh, ahí están los lamentos que desgajan la garganta de quien busca estar a lado vuestro.
Esta... ¿está olfateando el aire otoñal que nos acompaña esta alba? Alístate mi niña, viene por nosotros. Viene por ti.
¿Te imaginas la profundidad de sus lamentaciones ahora? Carcome la fortaleza del espíritu, lo lleva a abismos ignotos.
¡Para! deja de escrutar con tu nariz lo viciado que pueda estar el aire. Te prohíbo que sepas -por el momento- sobre su naturaleza.
¿Preparada? Ya viene. Ya ha ingresado y está desesperado por hallarnos aun aquí. Puedo escuchar como los sirvientes tratan nulamente de hacerle retroceder. Aclama por saborear ese cuello tuyo con el calor que despide. Permite que abra la puerta y se reúnan.
¿no era acaso esto lo que buscaban? Están juntos al fin. Vamos, acércate a ese putrefacto cadáver al que le prometiste fidelidad.
Me pregunto... si Dios tenía contemplado para sus criaturas seres tan abominables que devoran cuanto aman.
"Hasta que la muerte los separe" loables palabras. Oh... veo que tu vestido se mancha por la sangre que emana la herida que te propició tu pertinente pareja. No gimas de dolor, dentro de un momento te ahogaras con vital líquido y ahora, si me permites, déjame ir al encuentro de tu madre. Hace un lustro que no veo su sonrisa o dejo que su boca transite por mi pecho.
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